Comentarles que...

Comencé mis estudios de arpa en Buenos Aires en 1962.


¿Por qué? En mi familia no hay músicos profesionales y menos arpistas. Fue mi madre la aficionada que eligió por mi. A ella le gusta la música litoraleña de Argentina, la polca y el chamamé así como la música más hermosa del Paraguay... y -por tanto- el arpa.

Había cerca de casa una academia de arpa guaraní a las órdenes del maestro paraguayo Armando Ortega, a la que asistí durante años.


En 1970 vine por primera vez a España y estuve mis primeros 3 años. Tuve innumerables actuaciones que me llevaron a decidir el venir definitivamente en 1976. Desde entonces estoy aquí en la península. Soy argentino de nacimiento y español desde 1978.


Durante la etapa del arpa guaraní probé algunos sistemas de semitonos, incluso inventé el mío propio que tenía sus ventajas y sus inconvenientes pero nada de eso era suficiente. Si bien los “levers” o “palancas” ya se usaban en las arpas celtas, todavía no se aplicaba el sistema a las arpas folklóricas sudamericanas. Eso vino después. 


De aquel primitivo sistema quedó un pequeño video grabado en la casa de mi amigo Joaquín Eichler en Brunete (Madrid) - 1985.  ( “El firulete” de Mariano Mores - fragmento )

(Video).mov


Toqué el arpa criolla hasta 1985 y después me pasé al arpa de pedales con la ayuda de la Profesora Zoraida Ávila. Se abrió ante mi todo un mundo armónico que hasta entonces era un sueño.


Lo que sí me parecía importante fue mantener la técnica de ejecución sudamericana sobre el arpa de concierto y con ella la base de mi proyecto de aquel momento: “arpa de pedales con la técnica sudamericana”. El cambio fue duro, largo... pero lo conseguí y duró cerca de 40 años. 

Uñas sí, claro.


Por lo tanto, era posible ampliar el repertorio arpístico-folklórico sudamericano gracias a los pedales -evidentemente- y, también, era posible ampliar el repertorio habitual del arpa de pedales, gracias a la técnica sudamericana.


En 1974, estando en Buenos Aires, me invitaron a una reunión y me dijeron que no era necesario llevar el arpa porque allí habría una. Su propietario, que nunca supe su nombre, había amplificado su arpa criolla con un “pick-up” casero -pero muy bien logrado- y que sonaba realmente bien. Desde entonces, toqué siempre con el arpa amplificada y añadí además un efecto de forma permanente: primero “faser”, más adelante, “chorus”. Nunca volví a tocar el arpa acústica salvo en ensayos.


Pero también pensé que había funciones que se podían automatizar. Probé varias sistemas y tuve varios fracasos pero al final salió el arpa que uso en la actualidad, la Aspro Midi Harp. No es la primera arpa midi ni mucho menos pero no destaca por poder tocar en ella con diferentes sonidos disparados desde las cuerdas sino por el sistema de semitonos que puede ser “manual” o “automático” y que explico mejor en el siguiente video “Sólo para arpistas”       (pincha el arpa)

DANIEL JORDAN